Muchos hombres terminan organizando toda su vida en torno a la chica con la que intentan mantener una relación a largo plazo.
Otros hipotecan su futuro solo para impresionar a una chica en el presente.
Estoy hablando del típico hombre en sus veintes, con todo por construir, que intenta seguir el ritmo de la chica con la que está saliendo: se mete en un coche caro, alquila un piso por encima de sus posibilidades o empieza a hacer gastos que no puede permitirse… solo para estar “a la altura” de la etapa vital que ella ya está viviendo.
Ambos casos son errores de manual que convierten cualquier intento de mantener una relación en una odisea.
Hoy vamos a analizar estos errores.
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ToggleError #1 al principio de una relación: Caer en la Trampa del Valor.
Muchos hombres jóvenes caen, sin saberlo, en una trampa que hipoteca su futuro. Y no hablo solo de relaciones, hablo de decisiones de vida. Y de esfuerzos mal enfocados.
Esa trampa la llamo «La Trampa del Valor».
Es lo que ocurre cuando un hombre empieza a construir su vida en función de lo que cree que va a gustarle más a las mujeres “ahora mismo” —aunque eso no tenga nada que ver con lo que él necesita a largo plazo.
Es decir, se centra en tomar decisiones desde un marco de aparentar, impresionar o destacar a corto plazo. Y esto lo lleva a acelerar su proceso para ir al ritmo de la chica.
Y lo peor es que estas decisiones lo alejan de lo que realmente va a sostener su valor y su atractivo con el tiempo: su desarrollo personal, su trabajo, su visión, etc.
El clásico ejemplo que todos conocemos:
El graciosillo del instituto. El que vacila al profesor, llega tarde, no estudia y va de sobrado.
Ese chaval —que ni entiende por qué— es el centro de atención de muchas chicas.
¿Por qué? Porque su actitud chulesca, desafiante y pasota proyecta algo que, en ese contexto, resulta muy atractivo para ellas: seguridad, irreverencia, dominancia.
Y claro… le funciona. Así que repite. Se convierte en su identidad. Se engancha a la validación femenina como forma de sentir que vale.
Y en ese proceso, deja de construir cualquier tipo de valor real: retrasa su desarrollo académico, profesional o personal porque eso es de “aburridos” y se centra en reforzar esa actitud que lo hace “hot” para la chica de 19 años.
Mientras tanto, esas mismas chicas que se sienten atraídas por su actitud sí que siguen avanzando su desarrollo académico, laboral o personal. Porque a diferencia de los chicos, una chica empollona no es “aburrida”, es atractiva.
Pero él no. Él se acomoda en ese papel de “el gamberro que gusta” y se acaba convirtiendo en el perro que persigue su propia cola.
¿Y qué pasa después?
Avanzamos unos años. Ella pasa a la siguiente etapa (universidad, máster, mercado laboral…). Allí empieza a rodearse de otros tíos con esa actitud atractiva similar de “gamberro”…
…pero con una diferencia clave: estos, además, tienen ambición, una carrera, un plan y un futuro que parece próspero.
Y de repente ocurre:
Aquel gamberrillo del instituto, que antes era el centro de atención, ahora no les despierta interés porque “se ha quedado atrás” y ella lo ve como un looser sin perspectivas de futuro.
Y ahí es donde llega el golpe de realidad.
Ese chaval que ahora tiene entre 28 – 32 años, se ve sin estudios, con un trabajo precario, arrastrando algunas deudas (como aquel coche que compró y que tanto gustaba a las chicas) y con 0 capacidad de ahorro.
Y eso ahora lo lastra tanto para su desarrollo como hombre como para mantener una relación a largo plazo.
Porque aunque pueda seguir resultando atractivo para las mujeres, ellas no ven en él una perspectiva de futuro favorable y prefieren irse con el hombre que “lo tiene todo”.
Lo que le pasó es que construyó su identidad entera en función de lo que gustaba a los 18… y se olvidó de convertirse en un hombre que valga a los 30.
Error #2 al mantener una relación con una chica: Adaptar tus tiempos a los suyos.
Dicen que las chicas maduran antes que lo chicos.
Y es totalmente cierto, especialmente cuando entiendes cómo funciona el valor de mercado sexual en hombres y en mujeres.
La diferencia es clara:
La mujer tiene su máximo valor en el mercado sexual desde joven, especialmente entre los 18 y los 24 años. Es biológico, está relacionado con su fertilidad y atractivo.
Sin embargo el hombre tiene que construirse. El valor masculino llega más tarde, cuando has trabajado, mejorado, y tienes logros reales que te respaldan.
¿Y qué pasa cuando intentas estar con una mujer que está en su pico de valor, mientras tú apenas estás empezando a construirte?
Que acabas sintiendo que ella está “demasiado” arriba de ti y acabas adaptando tus tiempos y tu maduración a los suyos. Aceleras tu propio proceso y acabas viviendo por y para “mantenerla”.
Además, como ella está en la etapa de máximo valor, no le faltan opciones y hombres atractivos e interesantes que la hacen dudar de si está tomando la mejor decisión contigo.
Por tu parte, esto te lleva a invertir energía, tiempo y dinero en aparentar un nivel de vida que no tienes, solo para competir con hombres que sí lo tienen y adaptarte a la etapa vital de ella.
Y si no tienes cuidado, acabas incurriendo en gastos innecesarios que solo limitan tu capacidad de ahorro, te generan deuda a futuro y limitan tu capacidad de maniobra.
Hablo de:
- Ese coche que no puedes pagar pero financias.
- El tatuaje de todo el brazo y la pierna para proyectar estilo.
- O un estilo de vida de salidas, viajes y escapadas que hace que vivas para trabajar.
Eso es la trampa del valor.
La etapa de tu vida donde deberías estar construyendo tu valor a largo plazo, formándote, trabajándote a todos los niveles y tomando decisiones estratégicas…
…la malgastas intentando seguir el ritmo de una mujer que, a poco que aparezca un hombre más interesante para ella, te va a dar la patada.
¿Porque las mujeres son unas interesadas y muy malvadas?
No.
Porque así es como funciona su estrategia reproductiva femenina y como debe ser para que tenga sentido evolutivo.
Error #3 al mantener una relación con una chica: Convertirla en el centro de tu vida.
Como es de esperar, cualquier hombre que caiga en la trampa del valor, acaba viviendo sus relaciones con las mujeres desde el marco equivocado.
Y eso los lleva a meterse en relaciones donde todo gira en torno a la chica. Su validación, su atención, su esfuerzo… todo está orientado a mantener esa relación.
Pero mientras tú haces malabares para gustarle, ella tiene la sartén por el mango en vuestra relación y acabas viviendo a la deriva de sus demandas, exigencias y dramas emocionales.
Entonces… ¿Es imposible tener novia y mantener una relación a largo plazo?
No.
Es totalmente posible.
Pero debes entender tus ritmos y los suyos, las etapas vitales que hombres y mujeres transitamos a lo largo de nuestra vida y saber cómo jugarlas a tu favor.
De lo contrario, acabarás convertido en ese perro que se persigue su propia cola viviendo bajo por y para hacerla “feliz” mientras la sientes cada vez más distante.
Una relación es una enorme inversión para un hombre y, si eliges entrar en ese terreno, más te vale dominar el juego, conocer las reglas, entender los tests, y estar dispuesto a darlo todo… sin dejar de construir.
Por tanto, evita caer en la trampa y recuerda que tu foco NO debe ser una mujer.
Céntrate en construirte como hombre invirtiendo en ti, en tu físico, tu mentalidad, tus finanzas y tu proyecto.
Aprende a ser un hombre atractivo para las mujeres que sepa cómo disfrutar de más y mejores relaciones con ellas sin “vender tu alma”.
Y deja que ella sea un complemento en tu vida y no el centro de tu vida.